Es cierto que la visión del futuro de Quantic Dream presenta los androides como dispositivos domésticos modernos, pero presta especial atención a la palabra «human» del título, porque el juego te conmoverá desde los primeros minutos mientras te dedicas a hacer recados para un padre emocionalmente hundido o te enfrentas a situaciones tensas como la toma de una rehén. Y eso solo en las primeras secuencias.
Aquí va un pequeño anticipo de lo que experimenté durante mi breve pero memorable estancia en Detroit: Become Human, una estancia que me dejó con muchas ganas de más…
1. El metaespacio narrativo se establece desde muy pronto
Desde el comienzo, sientes una incomodidad sembrada de duda que echa abajo la cuarta pared a través de Chloe, el primer androide de este mundo ficticio. Chloe te guía por las primeras elecciones del menú principal del juego, con las opciones de dificultad «Experimentado» (donde tienes acceso completo a los controles y hay más probabilidades de que los tres personajes principales mueran) o «Jugador ocasional» (controles simplificados y menos probabilidades de que mueran).
La presencia de esta androide amable y directa es deliberadamente tranquilizadora e inquietante a la vez: un modo inteligente de presentarte el potencial de una futura IA de aspecto humano mediante una réplica excepcionalmente realista de alta definición.
2. Enseguida...