Estos últimos 12 meses han sido tan extraños como difíciles. La pandemia, la injusticia social y la destrucción de puestos de trabajo han afectado a muchos de mis amigos, familiares y colegas más cercanos. Todos estos factores, unidos a la incapacidad de ver a familiares y amigos cara a cara me llevó a encerrarme en una especie de crisálida de introspección en la que he tenido que plantearme seriamente qué es lo que de verdad importa.

Llevo mucho tiempo en esto de los videojuegos, ¡25 años nada menos! He tenido la oportunidad de liderar el desarrollo de dos IP originales de gran éxito y de crear numerosos equipos y estudios desde cero. Algunas de estas aventuras han alcanzado un éxito mucho mayor del que jamás hubiera imaginado. Otras, no tanto.
Mucha gente me ha preguntado recientemente: ‘Después de todas esas experiencias, ¿quieres seguir dedicándote a los juegos"’. Y la respuesta siempre ha sido un firme ‘¡SÃ�! ¡La industria de los juegos es mi hogar!’.

Ya sea jugando a Los Colonos de Catán con mis peques o a Valheim con mi equipo, los juegos siguen haciéndome feliz. Son una forma de relajarme, conectar y compartir experiencias con las personas que me importan, y el acto de desarrollar juegos me resulta, en muchos aspectos, aún más gratificante. Poder reunir a expertos de tantos campos creativos diferentes, como compositores de música, artistas conceptuales o programadores (¡sí, la programación también es ...