Hyrule, al final del camino
Es una sensación extraña, como de vacÃo. Cuanto terminas un juego como The Legend of Zelda: Breath of the Wild permaneces un par de dÃas como desorientado. No es la primera vez que me ocurre, ya habÃa experimentado esta especie de trance con otros juegos cuya experiencia trasciende más allá del mero hecho de pasar […]
Es una sensación extraña, como de vacÃo. Cuanto terminas un juego como The Legend of Zelda: Breath of the Wild permaneces un par de dÃas como desorientado. No es la primera vez que me ocurre, ya habÃa experimentado esta especie de trance con otros juegos cuya experiencia trasciende más allá del mero hecho de pasar un momento entretenido, sujetando un mando para desconectar después de un largo dÃa. Una especie de “resaca” donde confluyen emociones tan dispares como la euforia, la melancolÃa o el descontento provocado por el hueco que deja un videojuego de tales proporciones. Existen muchas clases de juegos pero solamente algunos consiguen traspasar esa lÃnea invisible que conecta directamente con nuestro yo profundo. Cuando este ocurre, sentimos como se rompe esa barrera recóndita de nuestro ser interior, una explosión de emociones que manifiesta que ese juego nos ha calado de verdad. Más allá del entretenimiento y la diversión que pueden ofrecer, este es el verdadero triunfo del videojuego como medio, lograr alcanzar ese efecto descerrajador sobre nosotros.
Esta sensación de la que hablo también la experimenté por eje...
Es una sensación extraña, como de vacÃo. Cuanto terminas un juego como The Legend of Zelda: Breath of the Wild permaneces un par de dÃas como desorientado. No es la primera vez que me ocurre, ya habÃa experimentado esta especie de trance con otros juegos cuya experiencia trasciende más allá del mero hecho de pasar un momento entretenido, sujetando un mando para desconectar después de un largo dÃa. Una especie de “resaca” donde confluyen emociones tan dispares como la euforia, la melancolÃa o el descontento provocado por el hueco que deja un videojuego de tales proporciones. Existen muchas clases de juegos pero solamente algunos consiguen traspasar esa lÃnea invisible que conecta directamente con nuestro yo profundo. Cuando este ocurre, sentimos como se rompe esa barrera recóndita de nuestro ser interior, una explosión de emociones que manifiesta que ese juego nos ha calado de verdad. Más allá del entretenimiento y la diversión que pueden ofrecer, este es el verdadero triunfo del videojuego como medio, lograr alcanzar ese efecto descerrajador sobre nosotros.
Esta sensación de la que hablo también la experimenté por eje...
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COMBATE, CONDUCCIÓN y PUZZLES - Uncharted: El legado Perdido GAMEPLAY |
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